Autor: Fernando Rivera Calderón.
Algunos de mis fieles detractores me han escrito sugiriéndome, con su elegancia de siempre, que vaya al cine a ver el documental Fraude, de Luis Mandoki. Y yo les digo, parafraseando a Capulina, que no lo sé, tal vez, puede ser... y es que de por sí tengo poco tiempo para ir al cine y verme obligado a elegir entre La leyenda de la nahuala y Fraude, pues sería una cosa desventajosa, porque además a Andrés Manuel López Obrador lo veo todos los días en diversos medios representando una película extraña, lenta y triste, como de Tarkovski, pero sin lo sublime.
Algunos de mis fieles detractores me han escrito sugiriéndome, con su elegancia de siempre, que vaya al cine a ver el documental Fraude, de Luis Mandoki. Y yo les digo, parafraseando a Capulina, que no lo sé, tal vez, puede ser... y es que de por sí tengo poco tiempo para ir al cine y verme obligado a elegir entre La leyenda de la nahuala y Fraude, pues sería una cosa desventajosa, porque además a Andrés Manuel López Obrador lo veo todos los días en diversos medios representando una película extraña, lenta y triste, como de Tarkovski, pero sin lo sublime.
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